Insisto, la corrección política no reconoce límites. En algunos casos, es indistinguible de la magia pura y simple.
El ministro de salud de México está de visita en California, muy preocupado por la atención médica de los conciudadanos que viven en ese estado de EEUU. El muchacho, sin duda de una enorme conciencia social, demanda un mejor nivel de servicio. Es comprensible, todo el mundo sabe que la salud en los vecinos del sur, para Canadá, y del norte, para México, es un desastre.
Digo, de pronto, me parece, perdón que me meta en estas cosas, ¿no debería preocuparse antes de los millones de mexicanos que aún viven en México? Ya que estamos, antes de irse de paseo por Estados Unidos, seguramente a visitar la parentela, tal vez debería ponerse a trabajar para evitar que millones de sus compatriotas sigan escapando despavoridos de su país (enviado por Liberty Bell, que con su Caravan modelo 1997 se dedica a pasar ilegales por la frontera).
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