Estamos en plena temporada de ventas de garage. Se trata de una especie de religión. Por lo general tienen lugar durante casi todo el verano, pero este fin de semana y el próximo es el evento masivo. Todo el mundo saca a la vereda las cosas que ya no necesita para tratar de deshacerse de ellas y de paso ganarse unos pesitos.
En realidad, más que nada se trata de celebrar una tradición, porque entre los precios que se cobran, que son muy bajos, y los 10 dólares que cuesta el permiso municipal, la ganancia que queda no es gran cosa.
De todos modos, vale la pena salir a recorrerlas.
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