Ya me cansé de repetirlo por acá. Me encantaría ser optimista, pero lamentablemente no tengo la menor duda de cómo termina la actual reedición del “modelo” del socialismo nacionalista en Argentina. La única duda no es el cómo sino el cuando.
Tampoco me quedan dudas de que, después de años de populismo full – full, con aire acondicionado, cuando se termine lo que hay para repartir y nos veamos forzados una vez más a reingresar a la realidad, la culpa la tendrá el "capitalismo salvaje", las políticas de mercado y “la derecha”.
Jorge Oviedo lo explica en su columna de La Nación de hoy, no se la pierdan. Es muy raro que alguien diga estas cosas con tanta claridad:
El discurso político dominante es que la desregulación y las privatizaciones de los 90 fueron malas para el sector energético. Desde hace cinco años hay todo lo contrario. Intervencionismo a ultranza. Medidas oficiales hasta de más que dudosa legalidad para obligar a retrotraer aumentos insignificantes de algunos precios. Funcionarios que hasta reprimen y castigan las declaraciones periodísticas de los empresarios. Maniobras paraoficiales para enviar grupos privados financiados de manera poco transparente por el Gobierno para presionar a operadores privados. En nombre de la necesidad de un Estado fuerte, el Congreso aprobó una ley insólita que, rompiendo la división de poderes, autoriza al Ejecutivo a crear impuestos sobre las tarifas eléctricas y de gas, ponerles el nivel que quiera, exceptuar a quien le parezca, destinarlos como les convenga. Congelamiento de tarifas, inversiones obligatorias a los operadores privados, maniobras para favorecer el ingreso de grupos cercanos al poder en las prestadoras. Nunca el Estado intervino tanto. El resultado está a la vista y probablemente todavía falte lo peor.
El modelo de la devaluación se basa en los salarios bajos y si la solución es aumentar las tarifas para alinearlas con el costo del servicio más una razonable ganancia, es claro que cerca de la mitad de los usuarios domiciliarios no podrán pagarlas. ¿La alternativa? No aumentarlas a los usuarios residenciales y aplicar subsidios.
Hasta ahora también se incluyó en los subsidiados a la industria manufacturera. Eso terminó, pero incluso con tarifas más altas no aparece quien quiera invertir para proveer a las fábricas.
Hace poco más de diez años, décadas de desinversión, tarifas políticas y administración ruinosa de las empresas públicas en manos de los sindicatos -que además sabotearon las instalaciones para perjudicar la presidencia de Raúl Alfonsín- causaron un colapso. Si no hubiera habido otra política energética en los 90 la historia ya se habría repetido.
Opinador: Vos no entendes nada. Estamos saliendo del infierno, dicen. Es innegable que hay una campaña internacional para hundir al país. Tenes que ser mas optimista y solidario, seguro que sos un desalmado neoliberal. Hay que mirar un poco mas canal 7 o 13 y leer Clarín y Pagina12. Esta todo bien.
ReplyDeleteTienes razón, Víctor, hay que ponerle huevo a la cosa y seguro que sale bien.
ReplyDeletey si no sale bien, al menos el huevo le da un poco de color
ReplyDeleteLuis: estuve curioseando en datos del INDEC. Más allá de su poca confiabilidad, y de que las series históricas procuran no hacer demasiada referencia a la década maldita, me encontré con algunas cosas interesantes:
ReplyDelete1. El stock de capital agregado, al año 2004, era apenas superior, en valores “constantes” y en miles –con algún índice de precios trucho- al de 1998 (677.982.000 en 2004, contra 636.592.081), pero no en una base per cápita.
2. El stock de equipo durable –el relevante para el crecimiento en el largo plazo de la economía- pasó de 157.862.174 en 1998, a 159.257.316; es decir, valores per cápita inferiores.
3. La maquinaria y equipo –dentro de lo anterior, lo más importante- descendió en valores absolutos, de 120.483.698 en 1998, a 115.318.316.
4. Los servicios de cabotaje descendieron de 81.085 miles de kilómetros en 2001 –en plena crisis- a 68.199 en el año 2005. Eso se explica porque después de la devaluación del año 2002, viajar en avión volvió a ser lo que siempre había sido en Argentina: patrimonio exclusivo de los sectores de mayores ingresos y de ejecutivos de empresas, más los políticos y sindicalistas. Gran parte de la clase media viaja en ómnibus, y los servicios de cabotaje son cada vez más deficientes.
¡Ese es el país en serio, carajo!
El proceso de tercermundización del país es de terror, Julio, no me canso de decirlo por acá. Pero, debo reconocer que para nosotros en Argentina no hay mejor éxito que un muy buen fracaso.
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