La verdad es que no entiendo bien por qué. Tal vez sea un efecto tardío de la onda apocalíptica del cambio de siglo. Al catastrofismo ambiental ahora se le suma una especie de revival del “Club de Roma”. Esta vez, en lugar de hambrunas masivas en Europa y EEUU en la década del 80, la predicción es que es inminente la desaparición de los metales raros.
A veces tengo la sensación de que ante el bienestar y calidad de vida sin precedentes del que goza una creciente parte de la humanidad, sentimos la necesidad de expiar nuestras culpas.
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