Vicente Massot sobre la victoria de Macri en Buenos Aires. El autor sostiene que ni la Gran Clase Media de la ciudad es tan progre como se cree ni pasaron a apoyan la "derecha" de la noche a la mañana:
Que el grueso de la población de la ciudad de Buenos Aires se recluta entre lo que genéricamente cabría denominar como clases medias -el plural, en este caso, describe mejor el fenómeno que el singular- no es novedad que pueda sorprender. Que esos estratos sociales, más que los pura y duramente populares y, ni qué decir tiene, que los sectores más acomodados, conformaron hasta aquí el riñón sociológico del kirchnerismo tampoco resulta un dato nuevo. A partir de la asunción del santacruceño, y a diferencia de cuanto había sucedido en anteriores gobiernos peronistas, las clases medias urbanas han sido el principal soporte de la administración. De resultas de su respaldo, Kirchner consolidó su administración; como consecuencia de su voto, Aníbal Ibarra había batido a Mauricio Macri en el ballottage realizado en 2003.
Pues bien: si han sido esas mismas clases las que plebiscitaron, casi, al presidente de Boca Juniors en la primera vuelta y lo han consagrado jefe de gobierno en la instancia electoral que acaba de terminar, algo, evidentemente, varió. No sus ideas acerca del mundo, de la religión, la cultura y la existencia, sino sus creencias respecto de quién era el mejor candidato o, si se prefiere, el más creíble, en cuanto a la satisfacción de unas necesidades cotidianas -seguridad, salud y educación, entre otras- que poco o nada tienen que ver con la ideología y mucho con la capacidad de gerenciar políticas públicas.
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