Alejandro Rozitchner sobre la esposa de Kirchner. Insisto, hablamos como si ya fuera presidente, ¿es realmente tan así?
Cristina habló en el Congreso de Filosofía y fue letal. ¿Qué dijo? Llama más la atención su tono, su forma, la manera en que en su estilo expresa una espantosa pretensión, de superioridad, de puntillosidad, de exigencia, de vulvismo, de soberbia. ¿Así nos va a tratar? ¿Qué le otorgaría esa posibilidad? ¿Su superioridad? ¿Su pureza moral? ¿Nuestra idiotez, país capaz de generar líderes enojados y corruptos, populistas y sobradores, prepotentes e ineficaces? Cristina habló retándonos, como si fuéramos chicos y ella una profesora mal querida, que se venga en los alumnos de frustraciones venidas de lejos, cargando las tintas en su derecho a avasallarlos, de su necesario rol de correctora nuestra. Me dio miedo que me mandara a la dirección. Me inflamó, de odio, de deseo de venganza. ¿Es su movimiento erótico, en una situación amorosa mal avenida, demasiado pública y poco humana, la de sacar de quicio al varón, para que harto avance sobre ella y la someta? ¿Es que ella sabe algo que nosotros no, que en realidad somos realmente culpables nosotros y no ella – ¿de qué?-, la enriquecida, la que cultiva un aire de intachable y forma parte de un gobierno –o una familia- que nos hace pases mágicos para zafar, que actúa también de justo y bueno pero empieza a sumar a su deshonestidad las pruebas de su ineficacia? Cristina, la del emprendimiento de poder que tramita como enojo ideológico su necesidad de justificar la incapacidad y de ocultar la trampa.
¡Qué bien que piensa y escribe ese vago!
ReplyDeleteen serio...ni se nota que tipea con una sola mano
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