Álvaro Vargas Llosa sobre la moda de los “biocombustibles” y sus efectos no deseados o las maravillas de los intentos dirigistas gubernamentales.
Digo yo, perdón que me meta, ¿y si dejamos que sea la oferta y la demanda la que decida cuál será el “combustible del futuro”?
Para el continente americano, el maíz ha sido, a lo largo de la historia, lo mismo que el arroz para los chinos o el trigo en Oriente Medio. Ha sido más que un cultivo milenario: ha sido parte del ADN de la región. No resulta difícil, pues, comprender la incesante histeria en muchos países latinoamericanos por el alza del precio del maíz, con el que se elaboran las tortillas, base de la dieta de millones de personas.
En apenas cuatro años, líderes y organizaciones que se dicen progresistas han pasado de denunciar la precipitada caída del precio del maíz a denunciar su continuo incremento ¡con los mismos argumentos! No pasa una semana sin que Fidel Castro y Hugo Chávez acusen a los ricos imperialistas de inflar deliberadamente el precio del maíz para empobrecer a los latinoamericanos. Pero en 2003, cuando el precio del maíz se desplomó, Phil Twyford, el Director de Campañas de Oxfam, una organización humanitaria de izquierda, pontificaba así: "La crisis mexicana del maíz es otro ejemplo de las reglas del comercio mundial, que son manipuladas para ayudar al rico y al poderoso, a la vez que destruyen las vidas de millones de personas pobres". El aumento de precio que ha tenido lugar desde 2006 tiene mucho que ver con la producción de etanol, combustible sintético hecho a base de maíz o caña de azúcar y subvencionado por los Estados Unidos y Europa. Pero hay otros elementos en juego. Entre otros factores que hacen más difícil para los latinoamericanos seguir comprando tortillas está el proteccionismo, como el arancel del 20 por ciento fijado por Guatemala contra las importaciones de maíz. En México, los controles indirectos de precios han provocado a su vez escasez de maíz blanco, base de la tortilla. Sin lugar a dudas, el culto universal del etanol seguirá afectando a los hijos latinoamericanos del maíz. La presión en favor de una energía no contaminante en los países desarrollados ha volcado a la opinión pública a favor de los biocombustibles, indicando a los políticos e inversionistas, incluidos los conservadores, que el etanol y otros productos similares son la energía del futuro. Si a alguien debe culparse por la duplicación del precio del maíz que tuvo lugar en 2006 es, pues, al activismo "verde": los admiradores –en muchos casos- de aquellos dirigentes latinoamericanos que están ahora denunciando la conspiración imperialista contra las tortillas.
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