Hoy leo en lo de Rubén este punto de vista alternativo a la gira de la esposa de Kirchner por España. Ignorante y orgulloso de serlo. Un horror:
El matrimonio Kirchner-Fernández es lo que los argentinos llaman: “Armémonos y vayan”, es decir, aquellos guerrilleros marxistas que, durante los años setenta del pasado siglo, llamaban a las armas pero que luego veían la revolución desde la grada: nos armábamos todos “nosotros”, pero eran “ellos” los que iban a matar y a morir. También eran conocidos como “los hinchas”, porque aplaudían a los terroristas pero sin mojarse más que “ideológicamente”.
Y esa frivolidad entre teoría y práctica no parece haber desaparecido. Políticos y, sobre todo, empresarios españoles, se han visto no muy gratamente sorprendidos por la actitud de la presidenciable primera dama, senadora Cristina Fernández de Kirchner. Como afirmaba un ejecutivo español presente en los dos actos económicos de la esposa del presidente argentino, estamos ante una “vedette populista” y los empresarios con los que ha contactado Hispanidad repiten, casi unánimes, el mismo adjetivo: “Frívola”.Una frivolidad que se deja ver en los siguientes puntos.
Esta madrugada, la señora Kirchner, que descansaba en el lecho junto a su marido, se volvió inquieta, sentía con los ojos aún cerrados una presencia que la llamaba, los entreabrió, y contempló cómo la imagen de la Virgen del Carmen que tenía sobre la peinadora se iluminaba y le sonreía. Comprendió que era la elegida. Sin hacer ruido se levantó, se dirigió hacia su despacho, y a la luz de una vela observó las portadas de los libros que de joven le habían inspirado. Debía elegir un modelo a seguir para salvar a su país de esta lamentable situación. Tenía claro que la biografía de Freddie Mercury no era un buen ejemplo a seguir; debía elegir entre la visionaria Santa Teresa de Jesús o Santa Juana de Arco, que a los diecisiete años llegó a ser la heroína de su país, ya que el personaje de Evita resultaba algo trasnochado a estas alturas. Con las ideas claras, dejó sobre la mesa la semblanza de Santa Juana de Arco, y volvió a la cama junto a su marido, el señor Kirchner, que en esos momentos roncaba con gran estrépito.
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