Un día de setiembre de 1995 entré al edificio del Correo Central en Tucumán para enviar una carta simple a Estados Unidos. Me costó un peso. Hoy, enviar la misma carta me costaría $4. “Devaluación competitiva,” la llaman algunos. A mí me suena más como, “Camino a Zimbabwe.”
Cuando leí el precio que pagaste por la pelota de fútbol casi me caí de esculapio.
ReplyDeleteEra una Nike. Hoy debe salir el doble.
ReplyDeleteSeg�n reporta BlogBis, con la guita que pagu� por esa pelota pronto vas a poder comprar un kilo de queso provolone.