Nos mienten como a chicos y lo peor es que nos encanta:
¿Cuál será el peor contratiempo a la hora de medir la temperatura de alguien presuntamente afiebrado? ¿No tener termómetro o contar con uno que marca cualquier cosa?
Las estadísticas, las mediciones, son guías en una sociedad civilizada. Como las marcas y señales en los caminos bien conservados. Demarcan la trayectoria más segura, anuncian lo que vendrá, permiten a los prudentes anticipar sus decisiones.
La Argentina ha perdido un sistema público de mediciones que era envidiado en otros países, incluso en algunos más avanzados. El daño es enorme y es imposible por ahora evaluar su extensión.
Si las actuales autoridades falsean datos que cualquier consumidor puede corroborar, como los valores de las papas o de los tomates, ¿qué se hace con aquellos números para los cuáles no existe una medición privada ni acceso del público a la información?
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