El tremendismo ecologista, flor de relos:
Viendo que el comunismo no funcionaba, el ecologismo se convirtió en el vehículo anticapitalista preferido, consiguiendo el dinero y la adoración de empresas, de Hollywood, de los medios de comunicación y de las élites sociales. Los grupos ecologistas de presión se han convertido en un próspero sector económico que mueve dos mil millones de dólares. Gran parte de su presupuesto procede directamente de la cartera de los contribuyentes, a través de subvenciones para campañas de "educación y concienciación públicas" y artimañas en el congreso diseñadas para subvencionar a los "abogados" verdes.
Engendrado a partir de la escisión que en la década de 1970 se produjo entre los anti-modernistas del movimiento conservacionista, el "ecologismo" ha madurado hasta convertirse en una pesadilla para cualquiera que crea en la propiedad privada, los mercados abiertos y el Estado limitado. A los grupos ecologistas de presión no les interesa limitar los poderes del gobierno, ni expandir las libertades individuales. Todo lo contrario, las reivindicaciones ecologistas apelan sin excepción a avanzar el intervencionismo estatal.
Las demandas ecologistas se han convertido en argumentos trillados de retórica política (...) La locura verde ha causado tales estragos que figuras políticas respetables (y el antiguo presidente Bill Clinton) afirman que la utilización de la energía moderna supone "una amenaza mayor que el terrorismo".
Igual que sucede con otras cruzadas políticas que no pueden ganar sus batallas en las urnas, los verdes ven ahora su mayor esperanza en los tribunales y en los organismos supranacionales.
(Gracias, Pablo)
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