Argentina, país maravilloso. No me canso de decirlo.
El presidente del Banco Central sale a decir públicamente - eso sí, en el exterior - como al pasar, que está preocupado por el nivel actual de la inflación en el país.
Parece un chiste. Este pelafustán habla como si no tuviera nada que ver con el asunto, como si la inflación fuera un desastre natural.
Insisto, no lo dice ni mi tía Pilar ni el remisero que me lleva al aeropuerto. Lo dice nada más ni nada menos que el presidente del Banco Central, el organismo que hasta hace poco tenía el mandato de proteger el valor de la moneda.
Si Martincito Redrado, el otrora “golden boy” de Cavallo, está realmente preocupado por el tema, ¿qué joraca espera para hacer algo? Si el problema lo supera, debería renunciar.
Saben que pasa, en el caso de este inservible, no se trata de una cuestión teórica. Es su trabajo. Le pagamos para esto.
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