Manuel Solanet:
La palabra orden no es del afecto de nuestro progresismo. Tiene para él resabios de gobiernos de derecha, aunque los extremos más patéticos de un orden autoritario se encuentren en la historia en la Unión Soviética, la China comunista o en otras tiranías del mismo signo. Paradójicamente, quienes rechazan la responsabilidad del estado en mantener el orden, ven con simpatía o al menos con condescendencia, aquellas expresiones autoritarias derivadas de la teoría y de la práctica del marxismo. Esa es la paradoja de nuestros esforzados progresistas, hoy admiradores de Chávez y Castro y añorantes de una patria socialista.
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