Elecciones

El domingo son las elecciones en Argentina. El consulado de Los Angeles va a tener sus puertas abiertas, pero no estaré allí para acercar un voto. Por la misma razón por la que no me parece bien elegir al capitán de un barco que va a emprender una peligrosa travesía por los siete mares, siendo que uno nunca va a poner un pie en cubierta, pienso que quienes residen en el extranjero sin un pasaje de vuelta en la mesa de luz, deben abstenerse de participar en la elecciones del país de origen. Sería poco ético -y muy pedante- de mi parte participar en la elección de funcionarios que no van a gobernar mi destino. Y sobre todo, cuando el margen de error es tan grande en un país tan impredecible como el nuestro, en el que un mismo partido nos puede parir un líder de izquierda o de derecha, de centro o de costado, de arriba o de abajo.

Más allá de las consideraciones previas, siento una profunda desilusión por las alternativas que se ofrecen en el menú del domingo. De entrada tenemos a un Lopez Murphy bañado en una salsa de la Gorda Carrió; de plato principal, Cristina Kirchner salpicada con inflación oficial; de postre, un referente liberal tucumano (el único, quizas), Jose Ignacio García Hamilton, en una fórmula con Lavagna. Lo que se dice un guiso de ideologías.

Honestamente, un panorama muy poco alentador. Pero la Argentina es una caja de sorpresas, nos queda rezar por una grata.

P.D.: No votar no implica que no voy a apoyar alguna candidatura. Para las elecciones del domingo, me abstengo. Para las del 2011 (o dos años antes) propongo el lanzamiento de Guillermo Sine Metu, su plataforma es la acertada (en serio).