Oct 7, 2007

Entre la democracia y la dictadura

Mariano Grondona sostiene que los regímenes políticos contemporáneos son, en su mayoría, democracias o dictaduras, pero que también hay regímenes intermedios y que la Argentina podría pertenecer a esta tercera categoría:

En América latina, es claro que los cubanos Fidel y Raúl Castro son dos dictadores, además, "totalitarios", entendiéndose por "totalitarismo" el sistema que no sólo concentra la suma del poder en un hombre, sino que también pretende que todos los miembros de la sociedad respondan al "pensamiento único" que ese hombre encarna. En cuanto a los presidentes Chávez de Venezuela, Correa de Ecuador y Morales de Bolivia, responden a una situación "cuasi dictatorial", a una "dictadura de origen democrático" que, habiendo llegado al poder mediante elecciones libres, se ha ido convirtiendo a partir de ahí en dictatorial. ¿Dónde pondremos a la Argentina de Kirchner en esta clasificación?

Sería difícil, en este sentido, acordarle el carácter de "democrático" al régimen de Kirchner como se lo acordamos sin mayores problemas a las democracias latinoamericanas que acabamos de mencionar. Volvamos para ello a la definición de Schumpeter-Huntington. Las elecciones de 2003, cuando Kirchner fue elegido, respondieron a la democracia. ¿Van en camino de responder también a ella las elecciones del próximo 28 de octubre?

¿Podría decirse que serán, por lo pronto, "imparciales"? El peso enorme del aparato estatal, que ha sido volcado enteramente a favor de la candidata oficial, ¿configura acaso un ejemplo de imparcialidad? Ya hay denuncias judiciales que procuran impugnarlo, en medio de un clima general de escepticismo. Tampoco son creíbles los datos estadísticos del Indec, que buscan falsificar la realidad que han de tomar en cuenta los votantes. A este desvío hay que agregar que esta semana el propio Presidente denunció que la publicación de los datos que desmienten al Indec son una maniobra "desestabilizadora", obligando a las cámaras empresarias y a sus asesores a respaldar su denuncia, lo cual se acerca peligrosamente a la pretensión de implantar un "pensamiento único" entre los argentinos.

Tampoco el abrumador apoyo financiero a los candidatos K en todos los distritos lleva a suponer que los comicios del 28 serán "honestos". Todo parece apuntar, al contrario, a una victoria "necesaria" de la candidata oficial, mientras las sospechas de un posible fraude acompañan a los escrutinios desde la polémica elección de Córdoba.

En cuanto a que las elecciones "imparciales" y "honestas" que exigen Schumpeter y Huntington den lugar además a la necesaria "periodicidad" de los mandatos, ni Kirchner ni su esposa nos han aclarado hasta ahora que ninguno de ellos piensa en prolongar indefinidamente su poder a través de reelecciones alternativas más allá de 2011. Huntington y Schumpeter exigen que los comicios den lugar a una "lucha competitiva" entre los candidatos. Si el Gobierno "inclina la cancha", si hay un "caballo del comisario", ¿asistiremos acaso a una pugna entre iguales de aquí a veinte días?

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