Oct 22, 2007

La resurrección de Gelbard (LECTURA OBLIGATORIA)

Hacen sólo treinta y cuatro años los “jóvenes idealistas” tomaban el poder a través de la “longa manu” de Juan Perón delegada en el “tío” Cámpora. Comenzaba en la Argentina la etapa más negra de la demagogia en grado sumo que culminaría con el mayor enfrentamiento de esos terroristas –muchos de ellos hoy en el gobierno- frente a una civilidad desarmada que sólo había cometido la inocencia de creer en la revolución nacional y popular.

El designado ministro de Economía –José Ber Gelbard- con el apoyo de su fiel amigo titular de la Confederación General Económica Julio Broner y el administrador del producido ilícito por los secuestros extorsivos de los montoneros, David Graiver, anunciaban la “inflación cero”.
El resultado de plan de fórceps setentista duró poco. Desabastecimiento, agio, mercado negro, especulación y alteración de los reprimidos índices oficiales de precios llevarían al entonces presidente Perón a convocar a su viejo y honorable amigo, Alfredo Gómez Morales, a tratar de corregir los descalabros macroeconómicos que –como siempre- tuvieron un único sujeto pasivo: el pueblo. El poder del Gómez Morales comenzó a desgastarse abruptamente con la muerte del líder. Los matones sindicales de entonces a través de la desaforada puja distributiva colaboraron en el fracaso del economista keynesiano.

Isabel en el gobierno, con el consejo del “brujo” López Rega, decidió convocar a un ignoto personaje cuya foto viajando en subte en el día de su asunción ya forma parte de la historia.

Celestino Rodrigo trataría de blanquear sus desajustes macroeconómicos a través del peor ajuste que la clase trabajadora haya debido soportar. El estallido social acompañaba la guerra civil desatada entre los argentinos y la situación se tornaba inmanejable. No se recuerda mayor inequidad en la distribución del ingreso que durante su gestión.

Lo sucedió Emilio Mondelli, un gordito simpático con cara de cantor de tangos. Poco le dejaron hacer: nada hizo hasta el 24 de marzo de 1976.

En 2007, a seis años del primer golpe cívico empresarial de nuestra historia, el incendiario convertido en bombero como auto presidente, Eduardo Duhalde, pesificó asimétricamente y produjo la mayor confiscación de los ahorros privados a través de su delegado en economía Jorge Remes Lenicov, autor del aún no histórico “corralón”.

Luego del desastre convocó a Roberto Lavagna para hacerse cargo de la cartera económica. Comenzaba en la Argentina un nuevo plan distorsivo: dólar alto; retenciones; subsidios a las tarifas públicas y nueva germinación del cáncer que tanto daño nos hizo como sociedad desde la década del cuarenta: la inflación.

Desde el subsuelo catorce al subsuelo séptimo la Argentina subió siete pisos en la escala del desastre. La sustitución de exportaciones y la expansión económica internacional a través del crecimiento del precio de nuestros commodities, posibilitó que Duhalde a través de Lavagna le sumara votos al exiguo 21,7% que lograra Kirchner el 27 de abril de 2003.

A fines de 2005 la situación entre el “amo del feudo” y su ministro llegó a su fin. Los soberbios caracteres de ambos pretendían atribuirse la “paternidad de la criatura”, algo similar de lo que sucediera entre Menem y Cavallo en 1996.

El hasta entonces ministro del “crecimiento argentino” ya no agradecería más la confianza depositada por Kirchner en su persona. Comenzaría a encontrar alteraciones macroeconómicas y distorsiones en la distribución del ingreso de un engendro por él creado.

Todo lo que estaba bien pasaría a estar mal. La economía comenzaría a estancarse desde su renuncia y –lo que sí es cierto- la sucesión de “Gioconda” Miceli y su bolsa bañera ni la cara de susto del “nene” Peirano en nada cambiarían ni transparentarían el “corset de la gorda” impuesto por el propio Lavagna.

A siete días del paso adelante hacia el precipio o hacia la libertad, se nos ofrece lo mismo que hace treinta y cuatro años. Pacto social; reajuste de tarifas acompañado por aumentos nominales de salarios; aumento en las retenciones a las exportaciones y continuidad en la distorsiva aplicación de los subsidios, especialmente en el transporte.

El barril de crudo a U$S 90 ya se evidencia en las estaciones de servicio. Los atrasos en las tarifas eléctricas –pesificadas 1 a 1- ya no soportan la desinversión de cinco años (Lavagna y De Vido incluidos). El precio del millón de BTU hace que la garrafa social cueste más en Gregorio de Lafferrere que el gas domiciliario en Recoleta.

Algo huele a podrido en la gran “olla Marmicoc” que hoy es la economía duhalde-kirchnerista.

El duende de Gelbard amenaza con votar a “la Reina” y repetir la historia con diferentes nombres y similares consecuencias.

Sólo haya una gran diferencia entre esos dos períodos de nuestra historia: el líder ha muerto hace treinta y tres años y nadie podrá controlar el estallido social de la desilusión.

Votar a conciencia por las ideas de nuestros representantes es nuestro compromiso irrenunciable para recuperar la República.

El lunes 29 será demasiado tarde para lágrimas.

notiar.com.ar

8 comments:

  1. No te preocupes, que esta vez seguro que sale bien. Esta vez es diferente.

    ReplyDelete
  2. vos tambien! que queres, todas las soluciones?

    ReplyDelete
  3. Yo diría la economía alfonsín-duhalde-kirchnerista.

    ReplyDelete
  4. Increíble, justo ayer estuve buscando en la web sobre Gelbard.

    Tenemos a Gelbard: The Movie
    www.josebergelbard.com.ar

    Si la vamos a hacer, la vamos a hacer bien. ¡Vote Gelbard!

    Y de yapa, un glorioso afiche:
    http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Publicidad_Gas_del_Estado.jpg

    ReplyDelete
  5. Que quede claro. Nadie nos puso una pistola en la cabeza. Estamos bien convencidos del paso que estamos dando.

    ReplyDelete
  6. Con Kirchner quedamos al borde del abismo, con Kristina damos el paso el frente, seguro... El 29 de octubre hay dos alternativas: una economía argentina eficiente y competitiva (pero no con un tipo de cambio artificial) o volvemos al tacho... El 99% de los argentinos no sabe qué es eso de la eficiencia y la competitividad... Tengo miedo, nene...

    ReplyDelete

Note: Only a member of this blog may post a comment.