Entre la izquierda, la preocupación por los derechos humanos es relativa. No es lo mismo Castro que Videla. No se trata del número de muertos, torturados o encarcelados, ni de la violación sistemática de derechos elementales. Es una cuestión de afinidad ideológico – testicular.
Adolfo Pérez Esquivel, el valiente y comprometido premio nobel de la paz, sale a hacer apología de Chávez. El mismo Chávez que está a punto de convertirse en presidente vitalicio de su país, después de haberse cargado todas las instituciones republicanas.
Un asco ese tipo.
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