Escudé

Luego de leer la columna de Carlos Escudé en La Nación de hoy, arribo a tres rápidas conclusiones:

1) Escudé es un analista honesto, y no se casa con nadie.
Algunos señalarán espurias motivaciones para explicar la posición del hombre. Not me. Encuentro en su posición un ejemplo más de un intelectual que nos muestra que entre la brillantez y la ridiculez, a veces hay solo un paso.

2) Que como economista aficionado, es BIEN aficionado

En cambio, durante los años de Kirchner estos mecanismos perversos de concentración de la riqueza estuvieron ausentes. Por eso disminuyó la pobreza, y éste es uno de los grandes méritos de su administración.

Reemplazar el vocablo “Kirchner” por el vocablo “Perón”. Me pregunto si Escudé estaría dispuesto a defender al gran General. Las irresponsables políticas populistas que ha llevado adelante el actual gobierno argentino, pueden paliar en apariencia males temporales (además de asegurar re-elecciones ad perpetuam), pero la historia ha probado una y otra vez que, tarde o temprano, la cuenta llega. No hay en su análisis mención alguna a la fuente de los recursos que el estado echó mano para hacerse de los medios para “redistribuir” la riqueza. Una megadevaluación terció los ingresos de los argentinos de la noche a la mañana, algo más que un poco de oxígeno para la caja estatal. La renuncia a los compromisos financieros da otro poco de aire, por el módico precio de espantar inversiones por años de años. Futuras generaciones de argentinos van a pagar por los errores de estos atorrantes, de la misma forma que generaciones de argentinos tuvimos que pagar el despilfarro y la irresponsabilidad del gobierno de Perón.

Los números favorables se explican por las circunstancias actuales de la economía mundial, esa que habla de precios record en los commodities. El crecimiento llegó a pesar de, y no gracias a, las políticas de este gobierno. En esa época no nos dimos cuenta, pero la historia nos muestra hoy claramente como la Argentina desaprovechó una oportunidad histórica en la década del 40. La historia será igual de implacable con este presente en el que estamos creando inflación, subsidiando energía, y comprando votos, con los ingresos percibidos en la actual época de vacas gordas.

3) Que es víctima del síndrome que consiste en atribuir a un factor determinado en un sistema como “causa fundamental y unidimensional”.
Este síndrome es muy común en dos grupos: a) intelectuales que sienten haber arribado a una Revelación Fundamental; y b) menores de 12 años. Cuenta Escudé que un día tuvo la Gran Revelación: en la década del 70, un sector de la clase privilegiada, en complicidad con los sucesivos gobiernos, puso en juego un mecanismo por el cual se hizo un traslado masivo de riqueza de un sector de la población a otro. Es un admirable esfuerzo intelectual de parte de Escudé. Y una pena que el mundo real sea un tanto más complicado. Perón, por ejemplo, gobernó antes de 1975; la corrupción generalizada en la sociedad argentina, precede el arbitrario año 1975; la Argentina, para decirlo de otra manera, estaba ya hecha pelota en 1975. Quizás Kirchner entre bien en su abstracción intelectual. Perón debe entrar bien en otras.

Don Escudé. Con todo respeto, me permite algunas sugerencias?

Sí?

Gracias, Carlos. Ahí van:

Donde dice:

“…nuestro país acaba de atravesar unos comicios en los que el más exitoso
mandatario de las últimas décadas ha renunciado voluntariamente a una segura
reelección. Dejó los frutos de su éxito en manos de su mujer.”

Le sugiero los siguientes cambios:

“Nuestro país acaba de atravesar unos comicios en los que el mandatario MAS ARGENTINO de las últimas décadas ha renunciado voluntariamente a una segura reelección. Dejó lA BOMBA en manos de su mujer.”

Por último, una sugerencia para guardar como borrador para introducción de su columna de Noviembre del 2012:

Un lustro más tarde y mucho estudio y reflexión de por medio, he llegado a la dolorosa conclusión de que la mía fue una canallada. Quizás el yerro moral estuviera atenuado por el desconcierto frente al pavoroso colapso del país que habíamos intentado construir durante la década anterior, un fracaso incomprensible para quienes, como yo, apoyamos el proyecto sin ser economistas.

Déjelo así nomás, sin cambios.