Este Cachanosky, ¡las cosas que dice! Miren que no tragarse aquello de que esta vez termina bien.
Insisto, lo digo yo por acá y pasa un carro, lo dice Don Roberto en La Nación y lo aplauden de pie. Desagradecidos:
En los setenta y los ochenta el impuesto inflacionario y los controles de precios fueron los instrumentos más utilizados para mantener la artificialidad de las variables. También se usó el endeudamiento interno y externo con el mismo objetivo. Prácticamente, no hay mecanismo de financiamiento de las distorsiones que no haya sido utilizado en nuestro país. Desde confiscación de los depósitos, pasando por el impuesto inflacionario, festival de bonos, default de la deuda e impuestos extraordinarios como el ahorro forzoso, probamos de todo y es por esta razón que el argentino vive desconfiando a la hora de pensar en el largo plazo en la Argentina. Nunca sabe por dónde pueden atacarlo en la próxima crisis. Por alguna razón, el argentino es un exiliado económico, dado que vive en la Argentina, pero busca proteger sus ahorros en el exterior, con lo cual terminamos financiando con nuestros ahorros el consumo y la inversión de los países desarrollados. Y de esto puede dar fe el presidente Kirchner, quien no dudó, cuando era gobernador, en girar los fondos de la provincia de Santa Cruz al exterior, para evitar que los confiscaran. La pregunta que debería formularse el oficialismo es si, luego de cuatro años y medio de gobierno, las condiciones institucionales han cambiado significativamente respecto del pasado. Por ejemplo, ¿traería el gobernador de Santa Cruz los fondos de la provincia que están en el exterior para comprar bonos en pesos ajustables por la inflación que publica el Indec?
Planteada la pregunta, veamos si hoy la política económica se diferencia demasiado de lo hecho en el pasado. Sabemos que tenemos una profunda distorsión de precios relativos. Sabemos que el Banco Central ha llevado a cabo una política monetaria fuertemente expansiva con el correspondiente impacto inflacionario. Sabemos que se ha intentado esconder esa inflación con controles de precios. Y sabemos que el gasto público ha tenido una expansión fenomenal, con tasas de crecimiento del 50% anual sin dar como contrapartida una mejor calidad en la educación, la salud o la seguridad.
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