En la demostración de ayer de las bondades del sistema de sonido, vimos una parte del último recital de Madonna. Me encantó. Parecía que estábamos en el estadio en vivo y en directo.
Cuando canta Like a Prayer, el escenario queda a oscuras y lentamente comienza a erigirse una gigantesca cruz hecha de espejitos, como una bola de disco, y Madonna como Cristo, con corona de espinas y todo.
¿Se imaginan algo equivalente en otra sociedad contemporánea o en otra época de la humanidad? ¿Qué pasaría si a una cantante o artista de sexo femenino se le ocurriera salir a escena disfrazada de Mahoma en algún país musulmán, o en Occidente, ya que estamos?

¿Saben cuál es la principal diferencia, ventaja y defensa de Occidente, lo que prácticamente nos garantiza nuestra supremacía moral, política, económica, cultural y social mientras no decidamos suicidarnos?
La irreverencia.
Ser irreverente no significa que no haya nada sagrado ni digno de respeto entre nosotros sino que lo que resulta sagrado y respetable para alguien no necesariamente lo es para otra persona. No significa que mucha gente no se vaya a sentir ofendida o lastimada en su sensibilidad religiosa sino que no estamos dispuestos a matar y morir por estas cuestiones.
En este contexto, la frase que mejor resume siglos de progreso occidental es “see you in court”.
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