Los protagonistas del cambio

En estos días tuve novedades de Franco Jozami, el esposo de una ex compañera de trabajo.

Franquito nunca terminó la secundaria. Durante la década del 90 era empleado de un maxikiosco en la avenida Santa Fe. Como lamentablemente no se destacaba por su dedicación al trabajo ni su motivación, siempre le tocaban los peores turnos. Al poco tiempo de asumir De la Rúa, lo echaron. Según las malas lenguas las circunstancias de su despido no habrían sido las más felices. Y, para colmo y bronca del dueño del kiosco, la platita no apareció nunca. Pero por lo menos la sacó barata y no fue preso.

Durante un par de años se dedicó a ser esposo. Con su escasa preparación y antecedentes laborales no consiguió otro empleo que le dure más de un par de semanas. El problema, por supuesto, era la situación del país. Un modelo de exclusión social impuesto por Menem y continuado por De la Rúa, que no favorecía su desarrollo personal y profesional y cercenaba sus ambiciones y capacidades.

A mediados de 2002, con el advenimiento del “modelo de la producción y del trabajo”, un ex compañero de la secundaria, devenido en funcionario del Banco de la Nación Argentina, le consiguió un puesto como su subalterno en esa respetable institución financiera.

En menos de un año Franquito hizo un carrerón de aquellos y se convirtió en gerente de su área, con un sueldazo, secretaria privada, oficina y varios empleados a su cargo. Ni él lo podía creer.

De andar galgueando para llegar a fin de mes pasó a ser un potentado, el ejecutivo de la familia. De vivir casi hacinado con su esposa y cuatro hijos en un modesto departamento de dos dormitorios en Little Horse (Caballito para la perrada) pasó a una coqueta casa en un country de la zona norte del GBA. Porque en “la Argentina de la producción y del trabajo” Franco se las arregló para conseguir un crédito hipotecario del Banco Nación a tasa subsidiada. Cambió su Renault 9 modelo 93 por un Mégane 0km. De Franquito al Señor Jozami, Doctor Jozami si lograba zafar.

Me escribe Susana, su señora, para contarme que Franco – aparentemente para mí todavía sigue siendo Franco - está en Miami “por negocios del banco”. Viaja muy seguido porque “no para de llegar plata”. En una de esas nos mudamos para allá y te vamos a visitar a Canadá.

Yo me alegro por él y su familia. No es un mal tipo, medio chanta nomás. Franquito es el típico producto de la Nueva Argentina, la de toda la vida, la que reemplazó el mérito y el trabajo productivo por el acomodo y los contactos. El Doctor Jozami constituye el “sueño argento” hecho carne, ni más ni menos que lograr lo mismo que con el “sueño americano” pero sin trabajar.

Contrariamente a lo que mucha gente piensa, el “sueño argento” es perfectamente realizable. Para Franquito y unos cuantos miles de acomodados más. Para los otros 40 millones de argentinos lamentablemente no.