Ya lo dije varias veces, no suelo compartir el pensamiento de Abel Posse, pero me pareció interesante su columna de hoy en La Nación:
Pasada la tormenta, el ridículo y el abundante cinismo, no se puede hablar de fracaso en quienes se arriesgaron con la turbia negociación de Chávez por los rehenes en manos de las FARC. Si Chávez buscaba restañar su derrota electoral con un golpe de notoriedad, no supo calcular que las FARC le exigirían una contraprestación extremadamente cara. Chávez tampoco fue prudente ante las reservas del presidente Uribe, que tuvo que aguantar una negociación con terroristas que pasaron de la oxidada ortodoxia trotskista de “lucha armada” contra el universo capitalista a ser financiados y corrompidos por la más repulsiva e inhumana criminalidad: la de los traficantes de drogas.
Marulanda, “Tirofijo”, es un personaje patético. Después de treinta años, su revolución se pudrió como una papaya caída en el fangal. Es una revolución que ahuyentó a la gente, que se quedó sin pueblo. La verdadera Colombia es la que lucha por la democracia. La Colombia creadora, con voluntad de vida y no de muerte. Marulanda pasó de la estrategia maoísta de tres décadas atrás, con la retórica libertaria, a la realidad de sobrevivir de las retenciones a las exportaciones atroces de los narcos. Se arrastra como una sombra del pasado estalinista por el “convento de la selva”. El mismo es la imagen de las ilusiones revolucionarias perdidas en la enfermedad infantil del izquierdismo sudaca. Su ejército es una leva de por vida: nadie puede desertar sin ser condenado a muerte. De la moralina de la alfabetización pasó a vender los secuestrados a sus familiares.
No comments:
Post a Comment
Note: Only a member of this blog may post a comment.