Vicente Massot sobre la increíble solidez del sistema político colombiano, a pesar de todo. Por muchísimo menos, otros países de la región fueron un incendio institucional:
Diez años atrás, poco más o menos, el general Charles Wilhelm, a la sazón jefe del comando sur de los Estados Unidos, pronosticaba que Colombia, en caso de continuar por el camino que venía recorriendo, se trasformaría, necesariamente, en un narco-Estado. Algo semejante, y no sin razones que respaldaran tamaño pronóstico, dirían por la misma época el general Mac Caffrey, par de Wilhelm, y otros tantos analistas de política internacional preocupados, todos ellos, por el proceso de involución hacia una suerte de neofeudalismo mafioso que aquejaba a ese país.
Sin embargo, nada de ello ocurrió, lo que confirma que el de Colombia es un caso atípico en el mapa de lo que denominamos –aun cuando no exista fuera de la geografía– América latina. Es que si uno se toma el trabajo de pasar revista al lado, si se quiere, oscuro de la cuestión, pronto caerá en la cuenta de que con un poder fragmentado, que el Estado-gobierno no reivindica en su totalidad y debe compartir, a pesar suyo, con las brutales baronías del narcotráfico y el narcoterrorismo, y una guerra civil que lleva medio siglo sin solución de continuidad Colombia debería haberse convertido en un país fallido o inviable. Claro que la contracara de la realidad predicha es la estabilidad de su sistema político y el crecimiento económico, sostenido en el tiempo, que aquellos flagelos no han podido erosionar.
Wilhelm?... mmm.. en que otro lado leí yo ese apellido?
ReplyDeleteEn muchos aspectos, Colombia y Chile son lo único que da alguna esperanza a Latinoamérica.
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