Feb 22, 2008

La Cuba post Castro

Carlos Alberto Montaner hace un balance y pronóstico. Lamentablemente no soy muy optimista:

No hay prevista una reforma política en dirección de la democracia, pero sí la excarcelación progresiva de los presos de conciencia y una mayor tolerancia a la disidencia interna, acompañada de un clima más abierto dentro del partido comunista, con el objeto de que los camaradas puedan examinar mejor los infinitos problemas que aquejan al país sin sufrir persecución por ello. Es probable, también, que Raúl cancele los ''actos de repudio'' --violentos pogromos contra los demócratas de la oposición--, y renuncie al clima de permanente confrontación internacional ensayado por su hermano desde el primer día de gobierno. Sus dos grandes y secretos objetivos son hacer la paz con Estados Unidos y lograr que la economía de la isla sea autosuficiente, aunque sin renunciar al partido único.

¿Por qué? Raúl a sus 76 años sabe que no le queda mucho tiempo para lograr revitalizar la economía y fortalecer la institucionalidad, destrozada por el peso de Fidel, para dotar al país de una manera legítima de transmitir la autoridad cuando él también falte de la escena. El último regalo envenenado que le había dejado Fidel era el liderazgo postizo de Hugo Chávez, unido a la sugerencia de la unión entre las dos naciones, pero la derrota sufrida por el venezolano en el referéndum del pasado diciembre puso de manifiesto la precariedad y el descrédito de la revolución bolivariana, un engendro político aún más débil que la dictadura cubana. Raúl no ignora que colocar el destino de Cuba en manos de Chávez, como deseaba Fidel, más que una estupidez sería una irresponsabilidad suicida.

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