Jorge Castro cree que, lejos de recular, Kirchner no tiene más remedio que redoblar la apuesta:
Toda su estrategia de concentración de poder tuvo entonces dos prioridades excluyentes. La primera fue la captación del respaldo de las clases medias de las grandes ciudades, que en la Argentina constituyen el núcleo de la opinión pública. La segunda fue el férreo control de las calles, con plena conciencia de que -en condiciones de extrema fragilidad institucional- quien controla las calles controla el poder, y a la inversa.
Esta estrategia de acumulación de poder dio resultados exitosos durante los tres primeros años de gestión. Encontró sus límites iniciales en 2006, cuando las clases medias urbanas empezaron a distanciarse del oficialismo.
Buen artículo.
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