Como dice De Pablo, un vivo es una persona capaz de salir de situaciones en las que un inteligente jamás hubiera caído:
Como somos vivos, estamos embarullados en el desorden. No vaya a ser que se nos enrostre fascismo por aludir al orden. Los vivos prosperan en el berenjenal y en el barro, no en las reglas. Zonzos son los suecos o los suizos, que tediosamente viven con arreglo a las normas. Nosotros somos vivos.
Recreamos, seguramente por ser tan vivos, los debates arcaicos de índole ideológica, esos que hasta Mongolia sepultó. De ahí el frenesí con el que nos aferramos a las antinomias. Hasta el punto de hacer de un chacarero un oligarca.
Somos tan avivados que castigamos el bolsillo de los creadores de riqueza y a los emprendedores en lugar de ponerles sólo el coto del bien general, pero siempre en el marco de estímulos. Así, los vivos hace tiempo que repartimos pobreza.
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