Todo lo que sube, tiene que bajar

"Nos siguen pegando abajo"

Por cierto ocurrió algo interesante esta madrugada.

Si bien, como hemos repetido hasta el cansancio, la oposición (por primera vez le saco las comillas) sólo representa, en el mejor de los casos, una versión más prolija del "modelo productivo de inclusión social", las peores tradiciones políticas argentinas fueron derrotadas anoche. Con mucha suerte, dentro de algunos decenios, desde las ruinas y pastizales que serán los restos de la Argentina para entonces, se podrá decir que la república estaba en estado de coma en 2008, pero no estaba muerta. Algo es algo.

Fue derrotada la idea central del peronismo, el verticalismo, que la tradición española, los caudillos decimonónicos, el "coronel del pueblo" y los golpes militares del siglo XX nos legaran. La idea de que el gran conductor, il duce, das Führer dispone y todos debemos seguirlo como ovejas. La idea de que el Congreso de la Nación y las cortes son sólo apéndices de la voluntad del líder, meros disfraces de república de un tosco fascismo del siglo XXI.

Fue derrotada la visión de este peronismo setentista resentido y patético, la visión profundamente antirrepublicana de que los buenos están de un lado y los malos, del otro. La visión de que el disenso equivale a la traición. El cenit de una intolerancia que nos acerca a un siglo de fracasos y que ha costado miles de muertos.

Nada sustancial va a cambiar, el casal pingüino ha detenido su loca carrera de acumulación de poder y dentro de no mucho tiempo se va a tener que enfrentar con cuestiones mucho más duras que un paro agropecuario, y con muchísimo menos apoyo político que hace sólo unos meses. Recordemos que nadie ha cuestionado el modelo del fracaso. Parafraseando a Kang, "la política del fracaso ha fracasado, tenemos que hacerla volver a funcionar".

El otro aspecto interesante es el de un posible renacimiento del radicalismo. Tras el voto de Cobos queda abierta a puerta para que el radicalismo sea el centro de la oposición, ya que representa hoy la única diferencia con el oficialismo, las formas, la visión mencionada arriba. Un partido de mediocres que sólo brilla ante una banda de mafiosos fascistas. Queda ahora la inefable torpeza radical para desaprovechar esta oportunidad de oro.

Nos queda el flaco placer de saber que Néstor y Kristina tienen en este momento un agudo dolor de estómago y de que quizás su subconsciente les esté anunciando la que se viene.