Andrés Cisneros sobre la visita de Lula. Qué triste sinceramente:
De todas maneras, conviene distinguir lo que es objetivo del mero voluntarismo. Cuando nos unimos en el Mercosur éramos dos países mucho más parecidos que ahora, después de veinte años que Brasil aprovechó para integrarse en el mundo, y nosotros no. Las discrepancias en la reciente sesión de la ronda de Doha en Ginebra ocupan el centro de la avidez informativa omitiendo, en casi todos los casos, su naturaleza estructural: no se trata de una deserción brasileña sino de intereses que divergen a medida que vamos convirtiéndonos en estados cada día más distintos. Los brasileños ya se encuentran en condiciones de negociar mayores liberaciones arancelarias porque sus industrias y servicios se fortalecen mientras los nuestros recorren el camino inverso. La queja extemporizada por lo que aún se conoce como nuestra Cancillería, apenas encubre una transferencia a la política exterior de la paranoia ideológica interna contra quienes trabajan, progresan y ganan dinero.
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