Tomás Abraham aparentemente adhiere a una de las premisas básicas del progresismo, aquella que reza que la violencia, sobre todo entre los jóvenes, es producto de la exclusión social y de la marginación.
Muy probablemente algo de eso haya, pero creo que es un error equiparar pobreza a delincuencia o violencia. La gran mayoría de las personas que estadísticamente son pobres en Argentina no apelan a la violencia ni al crimen. Y, paradójicamente, el crimen violento, que es el que más preocupa en el país, está muchas veces protagonizado por bandas profesionales que no provienen casualmente de los sectores de menores ingresos.
Hay sociedades más violentas que otras. En Argentina la violencia constituye un método legítimo de resolver conflictos. Esa metodología ha reemplazado el debate institucional en el país. El poder lo detenta el que controla la calle, el que tiene la capacidad de moler a palos al contrincante, no el que obtiene mayor cantidad de votos.
Los jóvenes suelen detentar amplificados los mismos defectos de la sociedad. En una sociedad con el nivelo de violencia de la argentina creo que a nadie puede sorprenderse de que la juventud también lo sea.
La pregunta del millon es: habiendose comprobado la comision de un delito, cuan relevantes son las circunstancias personales del delincuente en la determinacion de la pena que le corresponde?
ReplyDeleteEs indudable que la "exclusión social y la marginación" o como quieras llamarles contribuyen a la aparición de delincuentes violentos.
ReplyDelete¿¿¿¿Y???? ¿Hay que asumir entonces que tenemos que dejarnos robar, secuestrar, golpear, torturar y asesinar por marginados y excluidos por ello?
¿Qué culpa tiene un kiosquero, un mozo de restaurante?
Si los ladrones están en la cárcel, los mozos de restaurante van a poder trabajar tranquilos.
Yo estoy del lado de los mozos de restaurante.