Oct 21, 2008
Cuéntame cómo pasó
Ya muchos han escrito acerca de la próxima confiscación por parte del estado argentino de los seguros de retiro de millones de argentinos.
Queda poco por decir, sólo quizás que se repite una y otra vez el saqueo descarado a los ciudadanos porque el estado siempre gasta cada vez más y siempre muchísimo más de lo que le permitirían sus ingresos corrientes.
Lo gracioso dentro de la tragedia, tragicomedia, en realidad, son los argumentos con los que se justifica la confiscación, esto es, las supuestas malas inversiones de las AFJP. Por supuesto, nadie, o casi nadie, se detiene en las peores inversiones que realización estas administradoras de fondos jubilatorios: los bonos de la deuda argentina que fueron repudiados por los representantes del pueblo entre loas y aplausos. Claro que las AFJP no contaron con muchas opciones de inversión, era dunga dunga o bonos de la deuda argentina. Y como a las AFJP les importaban sólo sus comisiones, tampoco protestaron mucho ante las múltiples confiscaciones de los últimos años, todo sea por evitar dunga dunga, mejor dunga dunga a los clientes.
Además, la corte suprema de justicia de la nación (sí, con minúsculas), hace ya demasiado tiempo que se ha convertido en la garante más importante del fisco, cualquier violación de cualquier derecho es razonable para la “corte independiente” mientras mediante la misma se garanticen o no se arriesguen los fondos del estado.
Pero hay otro aspecto interesante, quienes aún no somos viejos (quién sabe por cuánto tiempo), siempre nos preguntamos cómo la Argentina había llegado a tantas situaciones absurdas en los ´80s. Por citar algunas, teléfonos instalados tras veinte años, servicios públicos de calidad infrahumana, infraestructura abandonada, cortes programados de electricidad, regulaciones a las regulaciones a las regulaciones, monopolios repugnantes, vedas de carne, endeudamiento del estado galopante, libertad de prensa coartada, el país aislado del mundo, Aerolíneas Argentinas, etc, etc, etc y jubilaciones insignificantes.
Nuestros padres y abuelos nos contaban que habían aportado partes importantes de su ingreso por décadas y que recibían de las cajas jubilatorias del estado, tras su retiro, unas infames migajas que los obligaban a seguir trabajando o a vivir miserablemente.
Recuerdo que todo el mundo se preguntaba quiénes se habían comido esos dineros. Algunos decían que Perón, otros que los militares, otros que la inflación, otros que Andrés Perciavalle.
La cuestión es que nunca lo supimos, nuestros abuelos tampoco lo sabían. Sospechábamos que la inflación había hecho gran parte del “trabajo”, pero los otros acusados también eran sospechosos.
Y es ahora en los años gloriosos de la restauración de la Argentina nacional y popular, de la aplicación en pleno de la doctrina nacional, que hemos podido ver, en vivo y en directo y en colores, como todas esas situaciones absurdas que observábamos en los ´80s vuelven a pintar nuestros paisajes, vuelven a definir nuestras vidas.
Esta vez vemos claramente quiénes son los ladrones que saquean en forma descarada las “cajas de jubilaciones”. Son los gobernantes de turno que saben que perderían las próximas elecciones o serían sacados del poder a golpes y tiros si sólo siquiera intentaran detener el alza colosal del gasto público.
Nosotros lo sabemos, ya sabemos qué podremos contestarles a nuestros nietos nonatos (cuando nazcan o un poco después).
Con seguridad nuestros vecinos nos tildarán de vendepatrias, porque todo el mundo sabe que las cajas jubilatorias fueron saqueadas en 2008 como un último acto maléfico por parte de ese horrible y envidioso monstruo, George W. Bush.
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En el momento en que se las lleva a cabo, estas barbaridades siempre cuentan con amplios consensos y en muchos casos son consideradas ideas geniales. Con el paso del tiempo, la gente empieza a preguntarse cómo fue posible caer en semejante locura.
ReplyDeleteHasta la próxima vez.
Me quedo con la tapa de El Cronista, uno de los mejores diarios de Argentina lejos: “El Gobierno se queda con los fondos de las AFJP y obliga a jubilarse por el Estado”.
ReplyDeleteConforme a mis recuerdos, el primero que echó mano a los fondos de las Cajas de Jubilación fue el Ministro de Economía Adalbert Krieger Vasena del Gobierno del Tte. Gral. Juan Carlos Onganía en 1966/67.
ReplyDeleteDespués te dicen que era "liberal".
ReplyDeleteAsí que el primer cañazo fue durante la presidencia de El Caño.
Es surrealista todo esto.
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