Asaltaron la casa de Ernesto Sábato. El distinguidísimo intelectual comprometido con la realidad no estaba en ese momento, pero la ligó su sierva de 62 años.
Debemos tener la suficiente sensibilidad social para abrir nuestros corazones y entender que esta pobre gente seguramente tenía alguna necesidad insatisfecha que cubrir. La culpa es de un sistema económico nefasto que genera excluidos sociales.
¿La solución? Poner la otra mejilla.
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