Chicas, me parece que están miccionando fuera del recipiente descartable de conservas. Creo que en gran medida tiene que ver con el hecho de que en países como Argentina ya se han olvidado de lo que significa el acceso al crédito.
Estoy convencido de que para Argentina es fundamental convertirse en un país serio, como Australia, Canadá, Irlanda, España o Chile. Ser un país serio implica convertirse en un país previsible. Y ser un país previsible incluye, entre otras cosas, el respeto irrestricto por los compromisos, incluyendo las deudas y los contratos.
Aún si consideramos que el gobierno argentino, en ninguno de sus niveles, nunca más debe volver a apelar al crédito (un sinsentido mayúsculo), Argentina debe contar con un historial crediticio impecable. Entre otras cosas porque la sobretasa que implica el riesgo soberano argentino afecta a los privados que deban acceder al mercado financiero internacional. A menos que alguien sostenga que el crédito tampoco debe existir para el sector privado.
Financiarse con crédito no tiene absolutamente nada de malo. El crédito se puede utilizar para vivir por arriba de nuestras posibilidades o para financiar inversiones productivas o infraestructura. Yo honestamente no entiendo por qué está mal, aún si se utiliza para vivir por encima de nuestras posibilidades. El acceso al crédito es una de las mayores bendiciones. De no ser por el crédito, nunca podríamos haber accedido a una vivienda propia, ni en Argentina ni acá en Québec.
Como con todas las cosas en la vida, el problema son los excesos. Los países, como las personas, deben tener extremo cuidado de no sobreendeudarse.
Estoy de acuerdo, hay que pagar todo lo que se debe y el crédito no es malo en sí mismo. El crédito si se utiliza bien no hay problemas. Pero creo que los Estados tienen que estar limitados en el acceso al crédito, porque la tendencia al populismo de los gobiernos llevan a endeudamientos excesivos que tienen que pagar las próximas generaciones. Es disfrutar de los beneficios de un aumento de los impuestos, sin que los contribuyente ACTUALES lo sufran, el regalito queda para sus hijos.
ReplyDeleteRothbard ayer publicó un post sobre la entrevista que le hizo Infobae a Carlos Rodríguez. Cuando la periodista le preguntó: «¿Hay un default encubierto en las cuentas públicas?», Carlos Rodríguez respondió: «Por supuesto, con lo del INDEC y el índice de precios. El año que viene vienen vencimientos y ahí se puede llegar a un aplazamiento forzoso, discriminación o pagarle a los extranjeros y no a los acreedores nacionales. En gran parte, la nacionalización de los fondos de las AFJP cumple ese propósito. Como eran tomadores de deuda que el Gobierno "no podía" pagar, se nacionalizaron para quedarse con los bonos. Da una imagen de solvencia, pero los técnicos profesionales saben como analizarlo. La prima de riesgo de la Argentina está entre las más altas del planeta y eso te da la pauta de cómo nos evalúan los inversores». Los inversores entienden lo que está en juego porque arriesgan su patrimonio. ¿Pero el ciudadano de a pie, ese que vota y elige, entiende lo que está en juego? ¿Cuándo comienza a ponerse algo nervioso? Cuando va al supermercado y ve que cada vez necesita más para comprar lo mismo, cuando pierde el trabajo, cuando le aumentan algunos impuestos (esos cuyas boletas recibe en su casa).
ReplyDeleteEl estado argentino necesita del crédito, aunque más no sea, para refinanciar parte de los vencimientos de la deuda, porque no se pueden cancelar esos vencimientos todos juntos.
ReplyDeletePero justamente porque no se hace nada para recuperar el crédito (mucho hay que hacer luego de su asesinato), es que va a venir un nuevo default tarde o temprano.
Se ganará en previsibilidad cuando
ReplyDeletelas consecuencias de las políticas públicas recaigan de modo más directo sobre los ciudadanos que apoyan, explícita o implícitamente, esas
políticas. Al ciudadano común le interesa un rábano la mayor o menor expansión monetaria que pueda estar provocando el banco central. Pero no es indiferente ante la pérdida de poder de compra de la moneda. Al ciudadano común le interesa un rábano (o casi un rábano) que el gobierno estatice una empresa de energía eléctrica. Pero no es indiferente ante los cortes de luz. Al ciudadano común le interesa un rábano que el gobierno esté aumentando el gasto público real y esté incubando un default. Pero no es indiferente ante la pérdida de su empleo.
Aquello que no afecta de algún modo la vida del ciudadano común no entra dentro de sus intereses y preocupaciones. ¿Y entonces cuán previsible puede ser una política pública si no hay un mínimo consenso entre la ciudadanía; si a la ciudadanía no le interese que esa política se mantenga en el tiempo?
Por esto me parece importante que se pueda avanzar en el federalismo, en la descentralización. Mientras más descentralizadas estén las decisiones públicas,
las consecuencias de las políticas públicas recaerán de modo más directo sobre los ciudadanos que apoyan, explícita o implícitamente, esas
políticas.