Yo siempre pensé que, más que un país de jardín de infantes, la Argentina es un país de la eterna edad del pavo:
La Argentina es autodestructiva, adolescente. Hace cagadas, se arrepiente, no quiere pagar el precio de nada, sigue a ídolos nefastos, mezcla de idealistas con delincuentes (muy frecuentemente estas cosas van juntas), hasta estrellarse.
Se droga: se da un saque de ideologías populistas (siempre fascistas) y queda pelotuda durante largos períodos.
Crecer es madurar, cambiar de forma, ser capaz de resolver algunos conflictos esenciales, pagar los precios de los logros, trabajar por ellos.
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