Jan 21, 2009

Con-trastes




No me falta mucho para llegar a mi primera década en Estados Unidos. Quedó ya lejos aquel día en que partí con una valija enorme del aeropuerto Benjamín Matienzo de Tucumán. Y pasaron muchas cosas desde aquel día nublado: me adosé una familia, por ejemplo. Y aunque cuando pienso en la idea de "mi casa", Estados Unidos es la idea que viene a mi mente. Aunque no me imagino nunca viviendo en otro lugar que no sea este, aunque tengo pasaporte, una esposa y dos hijos más americanos que el root beer, nunca, NUNCA voy a ser otra cosa que no sea argentino. No sé como sienten los demás al respecto (ustedes emigrantes me dirán), pero en mi caso, al concepto de "pertenencia" me parece me lo escribieron en el ser sin darme cuenta un día mientras estaba tonteando con los bambacos de mis adorados compañeros de la secundaria. O quizás antes. Quizás me entró por la naríz junto al olor del cuaderno Rivadavia y el guardapolvos en la primaria en la escuela Mitre. Lo que sí sé a ciencia cierta es que vivo en Estados Unidos, me fascina Estados Unidos y no me imagino en otro lado... Pero. Soy argentino. Y voy a dejar de serlo el día que largue mi último aliento.

Digo esto porque comprobé esta idea una vez más ayer. Fue la emoción de un extranjero la que tuve que contener varias veces durante la ceremonia de traspaso del poder. No fue un orgullo propio, sino más bien un respeto y una admiración por algo que es ajeno. Más de doscientos años de tradición democrática, que con defectos y altibajos, este pueblo supo consolidar. Qué bárbaro -pensaba este extranjero para sus adentros cuando veía las imágenes de un presidente con tanto poder saludando a las dos pequeñas hijas del sucesor, sucesor cuyo padre llegó desde una aldea de Africa hace un par de décadas. Qué bárbaro, pensaba cuando veía al presidente electo saludar calurosamente a cuatro de sus predecesores y sus familias.

Qué

bárbaro.

Claro. Hay que ponerse en el lugar de este extranjero. Nací en una provincia bajo el mando de una junta militar. Después tuvimos democracia y ganó el Partido Unico. De la elección posterior recuerdo una piña bárbara en la legislatura en la que el Partido Unico se quedó con la gobernación a pesar de haber salido segundo en los votos. Después, escuchen esto, el pueblo decidió correr con los votos al Partido Unico, votando al... gobernador de la época de la dictadura! No. No es joda. Después el Partido Unico decidió poner a "un muchacho como yo", que de lustrín pasó a cantor popular, y con ello reunió las calificaciones de sobra para el máximo cargo provincial. Después, posiblemente pensando que un lustrín cantor estaba sobrecalificado para el puesto, elegimos a un candidato del Partido Unico que no completó la escuela primaria. Y después, un opositor de la UCR llamado Alpedovich se avivó y se dio cuenta que para ser gobernador, uno tiene que ser dueño de los bolsones primero, y para tener bolsones uno tiene que pertenecer al... PU (usted es rápido, lector).

Uno creería que con esta globalización que nos permite a todos ser espectadores del civismo ejemplar de la democracia más grande del mundo ayer, sumado a la historia reciente que acabo de resumir -generosamente obviando algunos datos vergonzosos-, el pueblo tucumano estaría hoy levantando apuntes con:

1) cuestionamientos sobre por qué estamos donde estamos (los más pesimistas)

o;

2) planteamientos sobre como hacemos para salir de donde estamos (los más optimistas).

Pero no.

Uno abre el diario de hoy y se da con que los tucumanos estamos pensando en:

1) qué debería estar haciendo Obama:



Mientras:

2) Alperovich se prepara otra reforma para quedarse a vivir en el poder.

Qué soy? Argentino. Tucumano. Sino, de qué otro modo se explica que me voy a dormir deprimido y no con ánimo festivo hoy?

5 comments:

  1. La Argentina es una enfermedad, no hay otra explicación.

    ¡Y hasta es contagiosa!

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  2. Creo que ya comenté alguna vez en el blog. Argentina me duele por la potencialidad no realizada, por el tremendo y siempre entusiasta desperdicio, por los millones de argentinos que se creen grandes patriotas y se levantan todos los días a asegurarse de que millones de otros argentinos sigan viviendo en la miseria y el atraso durante décadas.

    Me preocupa mucho la situación de parientes y amigos y de tanta gente como la gente que aún queda. Pero lo mío es una preocupación en tercera persona, larga distancia, académica si prefieren, con la enorme tranquilidad que te da el hecho de no tener propiedad bajo ley argentina.

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  3. Ramiro:
    La verdad es que me siento tan identificada con todo lo que escribiste, también crecí en Tuc. Mi emigración fue más corta, me quedé en BA , pero también con Mr GA nos emocionamos, por un lado al ver la asunción de Obama pero cuanta bronca surge al querer comparar lo que lamentablemente tenemos -o no- aquí y estar seguros que nos alejamos cada vez más de lo que es realmente una "madurez democrática" por así llamarlo. Cada vez es más difícil vivir aquí, en todo sentido, sobre todo vivir con la impotencia de ver el divague, la irresponsabilidad, la soberbia, el despotismo y la improvisación con que esta gente se maneja -y tengo más adjetivos "descalificativos" hasta el 2020-.
    Louis, Ramimo, lo mejor que pudieron hacer es irse, no se si aguantarían vivir aquí, los que nos quedamos (o se quedamo -en Tuc.) somos como el famoso ejemplo de Hadad del sapo en agua hirviendo, no se. Mrs GA.

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  4. Ramiro, yo me siento diferente... nunca sali de Baires en 34 años (Cataratas no cuenta como experiencia de "apertura mental") al punto que cuando emigramos mi marido temia que no me adaptara... Hoy de la Argentina me preocupa el futuro de mi familia y mis amigos: mi gente... por lo demas no me duele su destino ni sus desatinos... me afectan como me revuelven las tripas Sri Lanka, Africa entera o Rusia... No me costó nada hacer de EEUU mi hogar y siento a su gente como mi gente, a sus soldados como mis protectores y su Presidente como MI Presidente.. al punto que el otro dia les dije a mis hijos (el menor de 6, venia hablando de Brocoli Obama) "hasta hoy los chistes, mañana es nuestro Presidente y le debemos respeto y apoyo para sacar nuestro país adelante" Se los digo a los amigos americanos, yo no hice el trámite de ciudadanía por cuestiones de conveniencia sino desde lo más profundo de mi corazón... Esta cultura me queda cómoda, se adapta a mi manera de ser y de vivir.. acá me siento en casa cuando toda mi vida me sentí "fuera de lugar"... el país donde nací me dio una patada en el trasero y este me recibió con los brazos abiertos a través de su gente.. NUNCA he tenido ningún conflico con ningún americano y si bien todos los dias me preguntan de dónde soy (por el "cute accent") yo he encontrado mi "house of belonging" (título de un libro de poemas de D. Whyte que recomiendo, ya que estamos)
    Todos los análisis que se hacen acá comparando los dos países y las dos culturas son un lindísimo y entretenidísimo ejercicio intelectual.. en el fondo de mi corazón siento que este es mi pueblo... Soy capaz de entender otras experiencias y otros modos de encarar el fenómeno de "emigrar" pero honestamente lo siento como te lo describí arriba...
    No sé de donde viene, no sé cómo se gestó, pero eso es lo que llevo dentro...

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  5. Cuando me fuí, no sabía si volvía, realmente no extrañé nada más que a algunas personas cercanas y algunas comidas.

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