De Rosenwasser, sobre la muerte de Sixto Palavecino.
Como en el caso de todas las lenguas, vale la pena la defensa del quichua (y de su cultura). Pero creo que hay que tener MUCHO cuidado de no irse al otro extremo.
Es necesario tener muy en claro los costos y los beneficios. Pretender que alguien hable solamente quichua, o que siga viviendo como lo hacían los indios hasta la llegada de los españoles, es condenarlo a la pobreza para siempre.
Shunko hubiera sido flogger, sin dudas...
ReplyDeleteya sabemos lo que pasa en Catalunya y en el País Vasco, entre otros.
ReplyDeleteAsí como hoy nos parece normal la libertad religiosa, algo que en Occidente ya no se discute, quizás algún día se acepte que cada uno hable en la lengua que desee y le plazca. Hoy se considera la lengua una cuestión de Estado como lo fue la religión hasta no hace mucho tiempo en Occidente.
ReplyDeleteOscar, cada persona tiene el derecho de hablar el idioma que mejor le venga en ganas o con el que se sienta más identificado culturalmente. Siempre y cuando, después se atenga a las consecuencias.
ReplyDeleteNo debemos olvidar que, más allá de las cuestiones de identidad cultural o nacionalismo lingüístico, la principal función de un idioma es ser una herramienta para facilitar la comunicación.
De acuerdo, Louis. En Argentina la Constitución de 1853 garantiza a todos los habitantes de la Nación el derecho de profesar libremente su culto. Para aquel entonces fue un cambio radical (recordemos que anteriormente había regido la Santa Federación). Aquella generación deseaba fomentar la inmigración europea (art. 25 de la Constitución Nacional). Para esto era necesario garantizar la libertad de culto. La Constitución de 1853 también garantiza el derecho de enseñar y aprender. Pero con relación a este derecho la historia fue muy diferente. No se permitió que en las escuelas se enseñen libremente los contenidos que los padres de los alumnos elijan. En todas las escuelas (incluso las de gestión privada) ha debido enseñarse los contenidos que el gobierno ha establecido. Y ninguna escuela no ha podido no enseñar castellano. Es decir que no existe ni ha existido la posibilidad de que los padres elijan la lengua que quieren que sus hijos hablen. Por supuesto que esta libertad hoy no existe ni en Argentina ni en ninguna parte. Pero así como la libertad religiosa no existía en ninguna parte hace un tiempo y ahora sí existe, quizás algún día exista la libertad de enseñar y aprender (en serio). Y luego, como bien decís, que cada uno sea responsable de las decisiones que tome.
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