Siendo honestos, y para comprobar una vez más que siempre se puede estar peor, comparado con los Kirchner, el Alfonso era un estadista de claridad meridiana y talla internacional.
Recién en el canal oficial(ista) pasaban el discurso de Alfonsín en la Rural en medio de la rechifla y el locutor en off decía que, como siempre, el campo se oponía a la "redistribución del ingreso", en ese caso por los tipos de cambio diferenciales. Esto es, Alfonsín era "bueno" y el campo estaba contra él, ergo, Kristina y Néshtor son buenos.
Bien por Avila. Un comentario con una mirada de Alfonsin en perspectiva, distinto a muchos otros que se han formulado por aquí con aire burlón y enfoque superficial.
Eduardo, todo comentario que vaya en sentido contrario al que vos piensas que debería tener es superficial y burlón. Alfonsín es un sentimiento, no puedo parar.
Me refiero a comentarios del tipo "Alfonsín un boludo importante" y demás. Ahora. Si la idea es ser jodones, dale que va. Lo que si me parece que ese tipo de "mirada" o "relato" (para jugarla de dificil), no ayuda a los objetivos que vos mismo te pusiste para el blog. De todas formas todo bien. Siga, siga el baile, que somos unos piolas bárbaros.
Eduardo, vamos a ver si te entiendo bien. Para que la Argentina salga de su adolescencia política – institucional debe seguir perpetuando los mitos históricos, ¿es así?
Vos, por ideología o fanatismo, no me queda claro, prefieres centrarte en los rasgos positivos de Alfonsín y olvidarte del tendal que dejó. Es tu decisión.
Para que la Argentina salga de la adolescencia politica institucional como vos referis, tiene que existir un mínimo estado de legalidad. Salir de la ajuridicidad a pique que venimos padeciendo. En esa sintonía la figura de Alfonsin la considero valorable. Esa legalidad mínima, como también una mínima honestidad de parte de sus funcionarios es la salsa primordial para que exista un sistema politico racional, en donde compitan fuerzas politicas de ideas diferentes. Como verás no creo que se trate de ningun fanatismo ni de una ideología demasidado rígida.
Eduardo, o anónimo, mi preocupación es que una gran mayoría de argentinos parece seguir sin entender que no se trata de funcionarios más o menos iluminados y/o honestos.
Sin duda es preferible contar con gobiernos honestos y capaces, pero si siguen aplicando políticas del socialismo nacionalista, los resultados van a seguir siendo tan desastrosos como hasta ahora.
Es el síndrome Gardel.
ReplyDeleteRecién en el canal oficial(ista) pasaban el discurso de Alfonsín en la Rural en medio de la rechifla y el locutor en off decía que, como siempre, el campo se oponía a la "redistribución del ingreso", en ese caso por los tipos de cambio diferenciales. Esto es, Alfonsín era "bueno" y el campo estaba contra él, ergo, Kristina y Néshtor son buenos.
ReplyDeleteLos K no son lerdos ni perezosos. Siempre listos a sacar rédito.
ReplyDeleteAun, de la muerte.
Bien por Avila. Un comentario con una mirada de Alfonsin en perspectiva, distinto a muchos otros que se han formulado por aquí con aire burlón y enfoque superficial.
ReplyDeleteEduardo
Eduardo, todo comentario que vaya en sentido contrario al que vos piensas que debería tener es superficial y burlón. Alfonsín es un sentimiento, no puedo parar.
ReplyDeleteMe refiero a comentarios del tipo "Alfonsín un boludo importante" y demás. Ahora. Si la idea es ser jodones, dale que va. Lo que si me parece que ese tipo de "mirada" o "relato" (para jugarla de dificil), no ayuda a los objetivos que vos mismo te pusiste para el blog. De todas formas todo bien. Siga, siga el baile, que somos unos piolas bárbaros.
ReplyDeleteEduardo
Eduardo, vamos a ver si te entiendo bien. Para que la Argentina salga de su adolescencia política – institucional debe seguir perpetuando los mitos históricos, ¿es así?
ReplyDeleteVos, por ideología o fanatismo, no me queda claro, prefieres centrarte en los rasgos positivos de Alfonsín y olvidarte del tendal que dejó. Es tu decisión.
Para que la Argentina salga de la adolescencia politica institucional como vos referis, tiene que existir un mínimo estado de legalidad. Salir de la ajuridicidad a pique que venimos padeciendo. En esa sintonía la figura de Alfonsin la considero valorable. Esa legalidad mínima, como también una mínima honestidad de parte de sus funcionarios es la salsa primordial para que exista un sistema politico racional, en donde compitan fuerzas politicas de ideas diferentes. Como verás no creo que se trate de ningun fanatismo ni de una ideología demasidado rígida.
ReplyDeleteEduardo, o anónimo, mi preocupación es que una gran mayoría de argentinos parece seguir sin entender que no se trata de funcionarios más o menos iluminados y/o honestos.
ReplyDeleteSin duda es preferible contar con gobiernos honestos y capaces, pero si siguen aplicando políticas del socialismo nacionalista, los resultados van a seguir siendo tan desastrosos como hasta ahora.