Alejandro Rozitchner odia a la gente lenta.
Qué fuerte eso del odio, tal vez debería haber dicho “me molesta la gente lenta”.
Si viene a Québec se pega un tiro al segundo día.
Me pasaba algo parecido. Hasta que me di cuenta de que en realidad estar apurado todo el tiempo, la hiperquinesia permanente, la locura tan típica de países a los que les va como Argentina, eso de estar muy ocupados todo el tiempo sin que nadie produzca nada, no es más que una de las manifestaciones del tremendo alpedismo nacional y popular.
Parafraseando al general, al pedo pero apurado.
Sí es cierto, tanto apuro para nada.
ReplyDeleteComo si fuera el fin del mundo, sobre todo los automovilistas.
Pero no me dejan llegar nunca a ningún lado! Tengo mucho que hacer, vivo lejos y también quiero dormir. Yo hago todo rápido para no molestar. No me banco la gente lenta en la ciudad. En otros lados es distinto. En Buenos Aires hace falta ser rápido.
ReplyDeleteNatalia, el ritmo de las ciudades grandes es así, pero en BA hace falta orden, no un grado mayor de locura.
ReplyDeleteQué carácter, Alejandro!
ReplyDeleteEs verdad lo que dice Louis.
ReplyDeleteCreo que a todos nos pasó de tener que bajar un cambio al llegar aquí.
Al principio me exasperaban los tiempos locales.
Pero es otro ritmo y otra vida.
Y no estoy hablando del pueblo donde vivo actualmente, que es la pachorra llevada al cúmulo.
Toronto es una gran ciudad, super populosa y con gente por todos lados que hace quichicientas cosas por día; pero no se los nota acelerados y neuróticos como en BA.
Ni que hablar de bocinazos, gritos o reacciones violentas hacia los demás.
Obviamente, chiflados y maleducados hay en todas partes.
Pero en general, la gente tiene otro trato y otra conducta. Distinto nivel de urbanidad y de tolerancia o paciencia.
Lo que no quita que en las rutas y autopistas vayan como alma que se la lleva el diablo. Literalmente a-los-pe-dos.
BTW, tengo la sensación de que es más fácil hablar de lentitud cuando se es joven, sano o sin ningún tipo de impedimento.
Vamos a ver, cuando se nos caiga el calendario encima, si nos vamos a dar cuenta de cuán lentos somos o si nos va a parecer que los demás... van demasiado rápido.
Tanto apuro, no deja ver, sentir, pensar, hacer ocio y rendir.
ReplyDeleteMuchas veces, la lentitud es un gran goce.
Suena soberbio este Alejandro: odia a quienes no son como él. Falta que diga "odio a los blaqncos" (como dixit Luisito D´Elía)
Yo lo entiendo a Alejandro.
ReplyDeleteNo está apuntando a la persona que se toma el tiempo para hacer las cosas bien, en forma razonada. El que, por ejemplo, al manejar lo hace concientemente y educadamente, observando el cruce en las bocacalles y no siendo el terror de los peatones.
Creo que se refiere más bien a la señora gorda (dicho cordialmente) que se pone a charlar tranquilamente con la cajera del súper, de su vida y milagros, mientras vos resignadamente (porque sos educado) ves como pasa tu vida intrascendentemente (mientras las demás cajas despachan clientes diez veces más rápido). Da ganas de matarla. A ella, nosotros, sus semejantes le importamos nada.
Lo mismo que el tipo que en la estación de servicio se hace lustrar hasta el último espejito, inflar la rueda de auxilio y poco menos que hacerse revisar el motor por el despachante, amén de tomarse media hora para pagar.
Abundan los ejemplos. Esta gente son ellos solos. Les importa un comino el tiempo de los demás.