Hablando del post de Blogovido.
Muchos en Argentina hablan de una “kakistocracia”. Los Kirchner representarían el gobierno de los menos calificados o de las personas con menos principios. No deja de ser una manera elegante de sacarse el lazo de encima.
Si es así, ¿cómo se entiende que esta gente haya sido capaz de mantener durante 6 años el nivel de disparate, delirio, absurdo, doble discurso, esquizofrenia y contradicciones permanentes con el que se siguen manejando?
Porque convengamos que no dejaron absolutamente nada en pie. Son una verdadera máquina de destruir riqueza, una topadora institucional. Creo que no estábamos errados cuando decíamos que Kirchner era Sadim, un Rey Midas al revés: todo lo que toca lo convierte en mierda.
La única explicación es que contaron – y cuentan – con el apoyo y la aprobación de millones de argentinos. El Néstor sabe perfectamente que cuando abre la boca para largar cualquier barrabasada, cualquier insulto a la inteligencia de su base electoral, sigue habiendo millones de argentos que lo miran embobados por televisión. Esos argentinos que los siguieron votando en masa hasta hace un año y que está por verse si aprendieron la lección o lo volverán a hacer en 28 de junio, son iguales o peores que los Kirchner y se sintieron – o se sienten - representados como nunca por ellos.
Así como se dice que algunos candidatos están flojos de papeles (como aquellos que no cumplen con los requisitos de residencia o de nacimiento), también podríamos pensar que los electores estamos flojos de principios. Se critica, por ejemplo, peyorativamente el clientelismo electoral cuando reparten colchones, inodoros, chapas; pero algunos de los que critican no tienen escrúpulos en pagar coimas para ganar licitaciones, o en tocar contactos para ubicar en algún cargo público relevante a un pariente, para obtener un crédito subsidiado, para que se le conceda una exención impositiva.
ReplyDeleteEl 11 de marzo de 2008 fue un punto de inflexión en el humor del electorado que votó por Cristina de Kirchner. Pero a este humor no le habían hecho mella anteriormente ni los superpoderes, ni la reforma del Consejo de la Magistratura, ni el caso Skanska, ni el destino turbio de los fondos de Santa Cruz, ni la intervención al INDEC, ni la actuación de Guillermo Moreno, ni la ausencia de conferencias de prensa, ni el uso de bienes públicos con fines privados, ni los decretos de necesidad y urgencia, ni la entrega de empresas a testaferros.