Me encantaría compartir el entusiasmo del Profesor Ávila. Sin duda, sería muy beneficioso para el país un sistema maduro en el que dos partidos mayoritarios, uno de centro – derecha y otro de centro – izquierda, se alternen en el poder.
Su tesis, que la clase política argentina carece de preparación por los 50 y pico de años de inestabilidad, no me convence demasiado. Creo que en parte tiene razón, pero varios de nuestros vecinos – sin ir más lejos Brasil – sufrieron procesos similares y nunca llegaron a los extremos de inmolación colectiva de Argentina.
¿Los más de 50 años de inestabilidad política son causa o consecuencia de una clase dirigente que deja mucho que desear pero que, en el fondo, representa al argentino promedio?
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