Lo primero es la salud

Mientras en EEUU millones de personas sueñan con un sistema socializado “gratuito” de salud, más al norte se siguen acumulando las historias de horror.

Esta vez es un estudio de la asociación de médicos especialistas de la provincia que descubrió que entre el 15% y 20% de los exámenes que se practican para detectar casos de cáncer de mama en los hospitales de Québec son erróneos.

¿Qué quiere decir erróneos? Que a pacientes que no padecían la enfermedad se les dijo que la padecían, que a pacientes que sí la padecían se les dijo que no la padecían y que se indicaron miles de tratamientos incorrectos.

Estas cosas pueden pasar en cualquier país del mundo. Si pasan en un sistema como el de EEUU, la lluvia de demandas judiciales va a actuar como un incentivo muy interesante para que no vuelvan a pasar más. Lo verdaderamente dramático es que en un sistema de pagador único, como el de Québec, te la tienes que comer doblada. El estado NO se equivoca y al estado NO se demanda. Menos por temas de salud.

Y nadie dice nada. Nadie hace nada. A nivel personal, la gente protesta y sabe perfectamente que es un desastre inaceptable. Pero públicamente nadie mueve un dedo. La actitud mental me hace acordar mucho a la que existía (y ha vuelto a existir ahora) en Argentina en relación con las empresas pública, y muy especialmente con YPF. Todo el mundo sabía perfectamente que era una vergüenza, un desastre insostenible de cabo a rabo, sin la menor virtud redentora, pero era la bandera, la escarapela y el himno, San Martín, Belgrano, el Almirante Brown, la Difunta Correa, Ceferino Namuncurá, Gilda y Rodrigo hecho uno, la gran cruz que los argentos debían cargar sobre sus espaldas para ganarse el cielo y la salvación eterna.

Pensar que si les propones aplicar el mismo modelo (es decir, asignar recursos por escasez en lugar de precios) del sistema de salud a cualquier otra empresa, pública o privada, te sacan carpiendo.