El Opinador Compulsivo

Abel Posse, en cambio, elige el vaso medio vacío en su columna de hoy en La Nación:

Ya no es un problema de ineptitud ni de lógicas erradas. Estamos más allá, en el absurdo.

Comparto, aunque yo siempre creí que se trataba de esquizofrenia lisa y llana.

Pero me llama la atención el grado de confusión que campea en el país, aún entre supuestos intelectuales o personas que deberían estar mejor informadas. Dice Posse:

K es más bien un leninista aficionado, suburbano y tenaz. Acapara los "medios de producción" con sus amigos (tierras, empresas intervenidas, sistema financiero, telecomunicaciones, minería), pero su fin no es la creación de un socialismo, sino de un sistema económico similar al de una gigantesca corporación. No quiere ser Lenin, sino alguien como Slim. Parece que quisiera un superpoder económico personal y dejar la economía por encima de la política. Es un delirio de supercapitalista. De un Rockefeller de las pampas.

¿Delirio de supercapitalista? ¿No sabe que lo que acaba de describir es ni más ni menos que el esquema fascista clásico, la patria corporativista con la que soñaban personajes como Mussolini, Perón o Franco?

¿Posse honestamente cree que Rockefeller es comparable a Slim, el magnate mexicano? ¿No sabe que el industrialista norteamericano no necesitó de prebendas ni de cotos de caza privados garantizados por la acción gubernamental y que hizo su imperio cobrando los precios más bajos posibles?