Jul 5, 2009

Marianito vuelve a explicarlo, en países como Argentina hay que seguir machacando con el tema.

Lejos del supuesto “orgullo de clase”, lo mejor que le puede pasar a un pobre es dejar de serlo:

Como lo han venido demostrando las experiencias chavista y kirchnerista, el populismo ha confundido a las mayorías populares hasta ponerlas al borde de la ruina mediante un engaño gracias al cual persuadieron a la parte más pobre y menos instruida del pueblo a votar contra sus propios intereses. Se ha llegado así a la aberración de que, mediante una aparatosa manipulación de las conciencias, gobiernos populistas como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador y la propia Argentina se han ido convirtiendo en verdaderas fábricas de pobres, a la inversa de gobiernos auténticamente democráticos como el de Chile que, en sus veinte años de vigencia, ha logrado reducir el número de pobres a la mitad. Pero en países aún subdesarrollados como los latinoamericanos, ¿puede haber acaso otra meta principal que ampliar año por año el contingente de las clases medias? ¿Qué otro fin podría ser más noble para las democracias latinoamericanas que ir convirtiendo a sus pueblos en extensas clases medias como las que ya prevalecen en Europa o en los Estados Unidos, confirmando de este modo la clásica advertencia de Aristóteles según la cual sólo allí donde imperan las clases medias la democracia es estable?

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