El artículo que cuelga Mark Steyn se refiere a Canadá pero creo que aplica a todos los sistemas políticos de Occidente. Los gobiernos que no son decididamente de izquierda tienen que ejercer el poder como pidiendo perdón.
Muy probablemente tenga que ver que para la gran mayoría de las personas que creen que los verdaderos protagonistas en la vida son las personas individuales, y no el estado, gobernar es en gran medido sinónimo de administrar, facilitar las cosas para que cada uno sea lo más feliz posible a su manera; una tarea aburrida y tediosa.
En cambio la izquierda está convencida de que gobernar es una oportunidad para seguir avanzando con la ingeniería social con el objetivo de convertir al mundo en lo que ellos creen que debe ser; tarea apasionante, casi religiosa, sin duda, la de jugar a Dios.
Yo creo que paradójicamente, a pesar de los millones de muertos, de la miseria, de la esclavitud, la batalla por el plano moral superior ya la han ganado hace rato:
Whenever the centre-right wins an election, the centre-left allows that its opponents have the office, but denies they have the mandate. They can govern for a term, yes, but only by consensus, not according to their own lights. They may steer the bus to a mutually agreed destination. Driving it along a route of their choice is out of the question.
The amazing thing isn't that the centre-left makes this declaration — why shouldn't it? — but that the centre-right often believes it, or acts as if it did. Majority or minority, Tories tend to govern apologetically, as if they were caretaker governments, probationary constables, relief politicians holding the fort until the real politicians catch their breath and return for the next spell of legitimate centre-left governance.
Some centre-right leaders in the United Kingdom and the United States haven't been as vulnerable to the syndrome of pussyfoot-conservatism as Canada's centre-right leaders. But even the least wobbly, Margaret Thatcher, say, and Ronald Reagan, weren't entirely impervious to it. With all their self-confidence and charisma, Thatcher and Reagan never radiated that cocksure, hubristic aura of self-righteous intellectual and moral conceit that's the hallmark of centre-left leaders from Pierre Elliott Trudeau to Barack Obama.
Simply put, the centre-left feels entitled to govern; the centre-right doesn't.
Sí, lo leí ayer, muy bueno.
ReplyDeleteSupongo que en la era del igualitarismo la izquierda es el partido de la reforma y la derecha el del freno de la reforma.
La marea del igualitarismo sigue muy fuerte, quién sabrá hasta cuando, así que me parece que no se podrá evitar que los "progresistas" se consideren a la vanguardia de la historia mientras nosotros sólo queremos que ciertos principios que han demostrado su valía por siglos y milenios no se abandonen con la libertad y la civilización como guía.