El Opinador Compulsivo

Yo todavía me acuerdo del enorme entusiasmo, de la euforia, que generaban los nuevos “hombres fuertes” de la región, como Chávez y, más localmente, Kirchner entre la progresía internacional. Me acuerdo de los panegíricos a Morales cuando llegó al poder en Bolivia. Correa en Ecuador ya los agarró un poco más cautelosos en los apoyos.

Hasta publicaciones especializadas con una enorme trayectoria como The Economist te contaban que el Hugo podía ser un poco extravagante pero lo suyo era una verdadera revolución por los pobres de Venezuela.

No sé cuántas veces tuve que escuchar la perorata de lo revolucionario que era que Bolivia tenga su “primer presidente indígena” de parte quebecos con los ojitos brillosos de la emoción.

¿Dónde está ahora toda esa gente? Justo cuando llega el momento de hacerse cargo de la factura, se borran todos. Maravillosamente, después todos estos años de puesta en práctica de todas y cada una de las propuestas del socialismo nacionalista, las que nos juraban y perjuraban que solucionarían todos los problemas de la región, la culpa del fracaso, del aumento de la pobreza y de la falta de libertad vuelve a ser del "neoliberalismo”, de la “derecha”, del “capitalismo”.

Latinoamérica es el subcontinente del pensamiento mágico, tierra fértil para todos los experimentos utopistas que andan sueltos por ahí, los mismos que hace décadas ya no tienen cabida ni aplicación en ninguna otra parte del mundo.