Es llamativo como uno se sigue autoengañando. La verdad suele ser difícil de aceptar.
Yo, aún hoy, cada vez que veo alguna noticia sobre la violencia, la corrupción galopante, la miseria o los excesos de dictadores de cuarta de Latinoamérica o tantos otros países del mundo a los que les van como a Latinoamérica, sigo pensando automáticamente “menos mal que Argentina está muy lejos, menos mal que no tiene nada que ver con todo eso”.
Sin embargo, viéndolo desapasionadamente, llegó momento de aceptar que Argentina, hasta hace unos 10 años lo menos peor de la región, se ha convertido en uno de esos países de los que solíamos horrorizarnos cada vez que salen en los noticieros.
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