Hablando del matrimonio entre personas del mismo sexo y la columna de Hanglin de hoy, hace unos meses escribía esto:
En muchos países y regiones que se podrían considerar socialdemócratas, como Europa y Québec, cada vez más gente elige el concubinato. En Québec se trata de alrededor del 35% de las parejas.
Pero aparentemente para mucha de esta misma gente el rechazo al matrimonio sólo se limita a las parejas de distinto sexo. Cuando se trata de dos personas del mismo sexo, el matrimonio deja de ser una carga vetusta, una insoportable convención social, una costumbre decadente para convertirse en un derecho que hace a la dignidad de las personas.
¿En qué quedamos?
Por mí que cada uno haga lo que mejor le venga en ganas, pero un observador imparcial podría llegar a la conclusión de que, al igual que mi sobrino de 5 años y su insistencia por jugar al fútbol en el living de su casa, la cuestión es tener algo con que romper las pelotas todo el día.
En principio el matrimonio es una iceptable intromisión del estado en las relaciones humanas. Pero como hay otra serie de intromisiones no menos inceptables, a los fines prácticos el matrimonio tiene algunas ventajas. Desde el punto de vista social, creo que la única causa que hace más o menos aceptable el matrimonio es el ordenamiento de las familias y la protección de los niños. Claramente los gays, por más que se esfuercen no pueden tener hijos (entre ellos se entiende), con lo que el matrimonio gay es una especie de oximoron.
ReplyDeleteLa izquierda clásica, es decir la marxista, abominaba del matrimonio por burgués, pero también abominaba de personajes horripilantes como Chávez o Kirchner. Com el paso del tiempo el proletariado universal ha dado paso al socialismo nacional (nacional socialismo en realidad, aunque, claro, este término no tiene muy buena prensa que digamos) y añ apoyo al matrimonio homosexual.
La izquierda es profundamente anti modernidad y todo lo que sirva para atacarla es bienvenido. No le hacen asco a nada, ni al fundamentalismo islámico.
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