Esta noticia me hace acordar a una anécdota que solía contar mi viejo cuando yo era chico.
Década del 50, no cualquiera tenía auto. Carlitos Tomasso, el hijo de un comerciante de mucha plata de la ciudad, salía de un baile bastante empinado a las 11 de la noche y no se le ocurre mejor cosa que dar la vuelta en contramano a la plaza principal, en pleno centro.
Lo para un policía (la jefatura central está frente a la plaza) y le dice que le va a tener que hacer una multa. Carlitos le pregunta “¿de cuánto?”, el agente le comunica que es de 100 pesos y Carlitos le contesta “tome 200 que voy a dar otra más”.
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