La viudita misteriosa que se acerca sigilosa para hablar con el Papa Benedict no pretende otra cosa que comprar con una rosa el corazón del pontífice campeón.
Para mi, lo que se puso en la cabeza es eso que se les pone en el pescuezo a los perros operados para que no se muerdan los puntos.
Dios mio, que vieja ridícula malco.
ReplyDeleteY claro.. qué se le puede pedir al tuerto!
La pilcha del Papa no se puede creer tampoco. 'pectacular!
ReplyDeleteMe pregunto que pensaria un extraterrestre si viera este tipo de cosas...
ReplyDeleteY si Louis, yo habia pensado igual, pero no...¿capaz hace duelo por el país?
La viudita misteriosa, Emilio.
ReplyDeletePerdón por el comentario medio groncho, pero decíme si no parece que se hubiera puesto una escupidera en la cabeza...
ReplyDeleteJejeje ...
ReplyDeleteLa viudita misteriosa
que se acerca sigilosa
para hablar
con el Papa Benedict
no pretende otra cosa
que comprar con una rosa
el corazón
del pontífice campeón.
Para mi, lo que se puso en la cabeza es eso que se les pone en el pescuezo a los perros operados para que no se muerdan los puntos.
Esa sonrisa!!
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