Suele llegar un día en la vida de (la mayoría de) las personas en el que se levantan, se miran en el espejo y se dan cuenta de que atrás quedó la adolescencia delirante y se convirtieron en adultos.
No se da siempre a la misma edad ni de un día para el otro. Es un proceso acumulativo y suele estar precedido por el acceso al mundo del trabajo y el comienzo del pago de impuestos.
Hay quienes utilizan la expresión “caer la ficha”. Yo hablo de “alinear las flechitas”, como se debe hacer para abrir uno de esos frasquitos de remedios a prueba de niños. En el 99% de las posiciones, el frasco no se abre. Podemos tener la flechita de la tapa un milímetro más allá de la del frasco y seguirá trancado. Pero si las alineamos, la tapa sale y mágicamente tenemos acceso al contenido.
Sigo creyendo que lo que le hace falta al país no se puede regalar, debe ser necesariamente ganado por mérito propio. Me encantaría que dentro de un tiempo hablemos de 2010 como el año en que los argentinos lograron alinear las flechitas, empezaron a salir de la edad del pavo ideológica y decidieron tener conductas y actitudes más adultas.
No creo que pase de un deseo. No hay un sólo indicio de que eso pueda pasar, más bien lo contrario.
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