La derrota demócrata el martes pasado le dio un inesperado cambio a mi rutina en las mañanas. Normalmente, café bebido es la norma. No-o para un día como el de ayer. Muffins caseros y jugo de guava con champagne para esperar las primeras palabras del demócrata más detestable del periodismo americano.
Mi instinto fue pensar que este hito va a marcar un giro en el gobierno de Obama. Para bien, ya que sigo pensando que al tipo le gusta el salón hueval y TAN imbécil no es. Hacer oídos sordos al mensaje del martes sería de suicida. Y al leer las declaraciones del presidente ayer, poniendo paños fríos a la situación, me parece que esa es la dirección que va a tomar a partir de ahora.
Pero Paulcito Kamikaze Krugman tiene la idea de que hay que pelear hasta morir. Y la vena le sale por el cuello. Y a quien elige como objeto de su ira? A Obama. Qué lindo es tomar Champagne a la mañana!
Yo espero sinceramente que el tipo recapacite y que entienda que la gente puede haberlo votado hace un año pero NO quiere convertir a EEUU en un país pedorro más del montón.
ReplyDeleteLos demócratas aún tienen una enorme capacidad de mandarse garcadas.
"I’m pretty close to giving up on Mr. Obama"
ReplyDelete¡qué placer! Come on, Paul, give up.